Mientras mi rímel agonizaba,
te vi besarla, desde mi sombra... Entonces yo misma rasguñe mi cuello, mis
brazos y trate de enterrar mis uñas en ese sentimiento que deje
crecer... Coraje, vergüenza, locura por haberme puesto yo misma en tal
situación... Y solo pude pensar que era un sueño ilógico y preguntarme, ¿Cómo
llegue hasta ahí? Me dejé llevar, me permití enloquecer por ti, o creer que lo hacía, tal vez necesitaba un poco de magia en mi
vida, tal vez necesitaba caer n un hechizo, o fingir que lo hice.
Hubo dos reveladoras noches en ese año. A la primera la llamo “la
noche del embrujo” y fue esa noche en que parada en el escenario, casi a punto
de terminar el acto, por fin apareciste, tarde como siempre, tratando de
ocultar tus nervios, como siempre, brillando en tu traje que no habías vestido
en años y tal vez no has vuelto a usar. Mis ojos se alegraron y cuanto más
nervioso estabas más tranquilidad sentía yo. Esa
última canción fue mi mejor
pieza. Bajé del escenario y caminaste hacia mí esquivando público y fotógrafos,
me besaste. Definitivamente era mi noche, confundí la emoción que sentía, y pensé que era claro que me había enamorado
de ti.
La otra noche fue la del
“desencanto” después de unos cuantos meses de tormentoso “romance” y
de haber permanecido a tu lado sabiendo
que nunca ibas a cumplir mis expectativas, el gran día llegó. Soy del tipo de
mujeres que antes buscan un pretexto para dejar a alguien que ser completamente
“mala”, y ahí estuve esos largos meses, tratando de encontrar una pizca de infidelidad, de mal
trato o de indiferencia, para alejarme
con la medalla de víctima. Pero nada, ni
siquiera ella, tu viejo amor, de quien nunca supe nada y de quien en el fondo
supe todo, ni siquiera ella pudo ser pretexto para dejarte, nunca fui tan lejos
como para analizar tus pasos y saber si
seguía en tu vida. Nunca, hasta aquella noche, en que hartos los dos de no querernos, nos quedamos solos.
Camine por varias calles
mojadas de lluvia, sintiendo el viento en mi cara, buscando tranquilidad,
sintiendo a mi lado el paso de la gente sin importarme buscar una cara entre
ellas, o que buscaran la mía. Me hizo
falta un trago así que fui a ese nuevo bar, sin pensar siquiera encontrarte
ahí, ¿Cómo pensar que tendrías unos pesos para pagar una copa?, pero al entrar,
esa escena quedo grabada en mi mente, aunque ahora solo sea símbolo de mi salvación.
Ahí, al fondo, en la mesa más
lejana estabas tú, y ella a tu lado, lo más cerca que podía estar, abrazando tu
espalda y entrelazando su pie con el tuyo, mirándote directamente a los ojos,
sintiendo esa vibración que me pertenecía…Me devasté, y nunca he podido descifrar en mi afán por
detener el tiempo, realmente cuantos segundos observé esa “fotografía” pensando, buscando respuestas, mirándote ahí poco atractivo, sin talento alguno, pobre, gordo,
feo, creyendo merecerlo todo aun siendo un don nadie… Y mirándola a ella,
hermosa, soñadora, creyendo cada embuste tuyo, perdida en tus ojos, sin darse
cuenta que no valías nada.
Hasta que todo volvió a
moverse. Fue entonces cuando me libere de aquel hechizo y mientras mi rímel
agonizaba, te vi besarla… Desde mi sombra.