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La noche trajo para mi una rebanada de pastel de chocolate. Es siempre tan buena conmigo.Y la noche te trajo en forma de dedos que resbalaban por mi cuello, por mi espalda y por todas partes. Yo misma trate de posarme en ellos.
Y tu no trajiste ni flores. pero... ¿Flores?, no, no mas flores. A falta de flores traes caricias, las caricias de la noche que te trajo a mi lado.
Flores negras. Tus flores negras no son mas que dispersión; tentación. Y las acato, y me atrevo a decir que no las reto, aunque me deban el honor de ser malditas. Pero el relieve en tus manos no me deja mas que sentir tu rudeza, y esos gruesos miembros que me rodean, que me ciñen, que me asfixian pero me reviven.
¿Qué sería de mis planes sin la noche?
Te duermo, te despierto. Te desnudo, te visto, te juego, te acuso y te flagelo para después recoger de la tierra las gotas de sangre, de tu sangre. Y me flagelo yo para que tu lo sientas. Me flagelo yo.
Detén la noche y que den dos vueltas mis horas a tu lado. Detén el tiempo y sigamos respirado el olor a ternura. O deja que se vaya, ya vendrá cuando quiera traerte de nuevo, a menos que la tarde nos ate de pies y manos...
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